Me acertó que estaba triste. Me dijo que porqué, si parecía agradable, educado, tierno.
Vino el camarero otra vez y me echó la bronca por haber puesto más Ansatsu Kyoushitsu. Ya hacía rato que ya no quedaba nadie al bar. Me supo mal, porque el camarero era un chico muy agradable y enrollado y me pregunté que me había llevado a caer en la tentación de seguir hablando. Me despedí como pude del chico y salí a la calle congelada. Paseé por las Ramblas mientras una inquietud me perseguía. Tenía ganas de seguir conversando con él. Sentía que teníamos visiones de la vida distinta, y no íbamos detrás de los mismos objetivos.
http://www.animeid.tv/ansatsu-kyoushitsu |
Y sin embargo una fuerza misteriosa me llevaba a desear seguir charlando. Así que me acordé de un pub donde tenían internet y me perdí por las calles solitarias y frías de Girona en busca de quien sabe qué. Finalmente llegué, y tras algunos obstáculos me pude conectar al Messenger. Y allí seguía él. Hablamos hasta que dentro de poco también cerraron el pub. Y entonces volví por entre la ciudad dormida hacía mi alcoba. La noche era fría y yo tosía y hacía tics y sonreía porque había comprendido el porqué de aquellas ganas de charlar, el porqué de que pese al contraste le había gustado y el porqué me había sentido tan a gusto hablando: había logrado por primera vez a la vida ser o sentirme YO MISMO.
Sí, hasta entonces al conversar con alguien me engullían y acababa resultando una especie de continuación de la otra persona. Opinaba como él, le daba la razón, renunciaba a mi personalidad. Ayer no me arrodillé ante el otro, no me sometí, sino que me levanté y estuvimos de pie, frente a frente, con ideas distintas, pero de igual a igual, por internet sí, pero cabeza ante cabeza y corazón ante corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario